martes, 1 de noviembre de 2011

A ti también te afecta

El pasado agosto cayó una losa sobre la enseñanza pública madrileña, y sobre todo, el progreso en general que nos distinguía del pasado.
El epitafio de la lápida decía: “ Me habéis malinterpretado: sólo me refería a los máster”. Probable es que me equivoque, pero a mí todo esto sigue respondiéndome al lema “ todo para el pueblo, pero sin el pueblo” . Me remonto al siglo XVIII , habiendo perdido tres siglos…
Al ver las noticias diarias y leer el periódico (ha colado, ¿eh?) me entran ganas de embutirme en el corpiño y la sobrefalda mientras me doy “ aires de grandeza” con mi abanico verde de fina puntilla…
Estos herederos de los DÉSPOTAS ILUSTRADOS me inspiran realmente, sí: sus esfuerzos por mejorar las condiciones de los más desfavorecidos me hacen estremecer.
Está claro que su “reforma”, o vulgarmente llamada privatización de la enseñanza y de todo lo que se les ponga por delante (absolutismo), no puede detenerla nadie.
Pero lo que ellos no saben... (¿Cómo van a saberlo teniendo en cuenta lo tenido en cuenta: la tal Sara que es Maga?) es que fracasarán , habiendo fracasado ya los tan ilustrados déspotas, porque no se puede “mejorar” en ningún aspecto sin mirar siquiera la “sociedad estamental” y el “ poder absoluto”. Lo mismo que un estudiante no puede avanzar en sus resultados académicos sin abrir el libro o coger apuntes o a un músico no lo harán solista si no monta su instrumento y coloca las alteraciones que se le escapan. Y a toda esta pieza, ¿qué podemos hacer el resto de los mortales? Los que no entramos en juego y queremos ganar la partida, los que no tenemos voz y queremos cantar muy, muy fortísimo el “color esperanza” modificado del que nos sentimos satisfechos, los que tenemos que ser sometidos como marionetas y queremos actuar en esta obra teatral…
¿Qué decimos de los que no tienen ropa verde? Yo sí sé qué hacer en ese caso: comprar esa maravillosa camiseta color “inocencia” con la que se están “forrando” a nuestra costa (piensa el ladrón que todos son de su condición…) que tantísimo les agrada e ir a todas las manifestaciones que nos sean posibles .Y aun cantando todos los gritos de guerra de las dichas con la voz desgarrada y haciendo todo el ruido que nuestros pitos son capaces, todos pensamos en algún momento: esto no sirve de nada. Nos desanimamos pensando que tiramos piedras al océano, que buscamos una aguja en un pajar. Y al instante siguiente recapacitamos y decimos: desde casa hacemos aún menos, si cabe. Ahí llega el momento culminante, el de: ¡si es menester, moriremos en el intento! Claro está que al llegar a casa te tomas una buena Lizipaina y mañana será otro día.